
En Chile todos hablan (hablamos) de las bondades de la revolución 4.0 y la transformación digital. Asistimos con frenesí a charlas, nos devoramos reportajes, participamos de seminarios y conversatorios, aparecen del cielo «connotados» gurús tecnológicos predicando la buena nueva. Y aún hay más. El gobierno, en su afán de agradar y mejorar en las encuestas, se sube al carro con frases grandilocuentes que auguran tiempos mejores: «Los trabajos están cambiando y el Sence también», «súmate a los nuevos empleos». ¿Qué tipo de trabajos? ¿Empleos decentes? ¿Con salarios justos? No sabemos. Es parte de la fantasía.