El impacto del golpe de estado en Chile, los cambios radicales en el mundo del trabajo y los desafíos futuros, fueron las principales premisas abordadas por dirigentes sindicales, académicos y consultores de empresas, reunidos en el Museo de la Memoria y los DD.HH. en Santiago, en un conversatorio organizado por RH Management.
Los asistentes, en su mayoría niños o adolescentes en aquella época, vivenciaron de distinto modo con sus familias los acontecimientos de aquel período de dictadura. Algunos hablaron de sus carencias y pobreza material de la época; otros de la represión que sufrieron y de la burbuja negacionista de silencios acontecidas en paralelo; unos pocos nacieron mucho después del golpe y se educaron con las sombras del régimen militar.
Hubo coincidencias respecto a lo brutal y dramático en la implantación de un nuevo modelo económico y un retroceso en los avances laborales, obtenidos por el movimiento sindical hasta dicho quiebre institucional. También sobre la necesidad de mantener la memoria de lo ocurrido, para que nunca más vuelva a suceder.
Concordaron los panelistas en que el régimen militar -desde el primer día- instauró un nuevo paradigma del trabajo, distinto al que se venía consolidando con el movimiento de los trabajadores. Recalcaron que se perdieron derechos obtenidos tras décadas de lucha sindical, hubo desaparición y muerte de centenares de dirigentes, mientras el movimiento sindical era aplastado.
El diagnóstico
El diagnóstico permitió delinear las urgencias que deben abordarse ante las exigencias de un mundo en constante evolución. Todas y todos demandaron un entendimiento entre líderes empresariales, trabajadores y gobierno con el fin de fortalecer la reactivación económica y recuperar un sentido más humano, colaborativo y solidario del trabajo.
“En Chile había una activa participación de los trabajadores en los sindicatos, existía fraternidad y no había prejuicios de expresar opiniones políticas”, según Jorge Coloma, coordinador de la Escuela Sindical de la CUT en uno de los cordones industriales de la UP, actual consultor organizacional Internacional. “La dirigencia sindical era activa en distintos niveles del quehacer político, en el Congreso y en puestos de gobierno”, recuerda Tamara Muñoz, líder de la Federación de Trabajadoras de Call Center.
La implantación del modelo neoliberal, derivó en el aniquilamiento del movimiento sindical, “su impacto fue radical, profundo, refundacional. El trabajo no volvió a ser como antes, desde lo cultural, social e histórico”, precisa Aldo Siri, ex ejecutivo de recursos humanos en varias empresas, hoy consultor y académico en el Centro Ingeniería DII U. de Chile y en FEN de la UAH. Además, sostiene que “el trabajo era un lugar de realización, de solidaridad, colaboración y productividad, pero pasó a ser de profundo individualismo, sospecha, persecución y represión”.
“Hubo un cambio legal profundo, con un plan laboral, que coincidió con los shocks ocurridos en la época de dictadura: en lo político (a nivel internacional la confrontación Reagan-Thatcher); lo tecnológico (que permitió la globalización); la caída del muro de Berlín y la desintegración de la entonces Unión Soviética, facilitando el predominio global del capitalismo”, según indicó Sergio Gamonal, director académico del magíster en derecho laboral y seguridad social en la UAI.
A juicio de María José Cumplido, directora ejecutiva de la Fundación Iguales, “toda una generación ha vivido las consecuencias culturales y emocionales de un país que tiene un alma distinta, basada en el individualismo y pactos de silencio; un país disfrazado que no es. Hay muchos cambios y tiene que ver con heridas que no cierran o cierran mal, no estoy segura que hayamos aprendido del pasado. Debemos ver qué hacer distinto, para asegurarnos que no se olvide lo ocurrido y que no haya personas que estén dispuestas a repetir la historia”.
Para Marcela Mandiola, Ph.D, investigadora y académica en equidad de género en la FEN de la U. de Chile y la PUCV, el silenciamiento del mundo del trabajo y del sindicalismo transformó los procesos formativos dirigenciales, incluso a nivel educacional. Asegura que “la práctica instaurada en el régimen militar se internalizó. Hoy es parte de un desconocimiento que es grave y preocupante, incluso en las escuelas de negocios, debido a la falta de reflexión crítica y desconexión con la realidad actual, conduciendo a prácticas autoritarias y excluyentes en todos los ámbitos, carentes de democracia y margen para la diversidad de opiniones”.
A juicio de Antonio Stecher, decano de la Facultad de Psicología de la Universidad Diego Portales, el desafío radica en “recuperar la centralidad del trabajo como eje clave en el desarrollo y la política. El neoliberalismo empobreció el valor del trabajo y erosionó su lugar en la sociedad. La democratización del trabajo es esencial para democratizar la sociedad, fomentando la igualdad y la participación en el proceso laboral. La herencia neoliberal y las relaciones autoritarias obstaculizan esta democratización”.
Mariana Bargsted, investigadora del Núcleo Milenio, al compartir el diagnóstico de la desarticulación del tejido social en la base del trabajo, sostuvo que “el individualismo es ahora dominante en nuestra cultura social y laboral, a diferencia de América Latina, donde prevalece lo comunitario. Existe una desregulación total que afecta incluso a las mujeres con discriminación por tener hijos. Esta falta de regulación, en un mercado despiadado, genera exclusión y abusos al interior de organizaciones, debido al impacto transversal del neoliberalismo en la sociedad actual”.
Para Bárbara Rojas, vicepresidenta de la CUT, “el cercenamiento del movimiento sindical fue exitoso bajo el nuevo sistema neoliberal. Las huelgas difieren de las del pasado, el plan laboral impuesto, refleja un cambio en la relación de poder hacia conflictos entre empresas y trabajadores. Como desafío inicial debe existir justicia para las víctimas y sobrevivientes. Mantener viva la memoria. Recuperar la épica sindical y el orgullo de ser trabajadores, junto con retomar buenas acciones, como las realizadas en el pasado”.
Caminos y desafíos
Mauricio Acevedo, vocero de Atcomer y presidente Federación de Trabajadores de Farmacias, precisó que un desafío es potenciar la formación y profesionalización de los dirigentes sindicales. “El individualismo se instauró en las organizaciones y las personas. El sindicalismo se debilitó, pero podemos superar estas diferencias a través de alianzas. Como líderes sindicales, debemos actuar y enfocarnos en la educación, formar más dirigentes sindicales, es esencial para fortalecer nuestras organizaciones para representarlos mejor. También aprovechar los recursos de manera efectiva y mejorar la comunicación con la sociedad.”
Para Héctor Valdés, secretario Sindicato Ripley y vicepresidente de Conatracops, en el modelo vigente, tras el retorno a la democracia, el tema del trabajo no es relevante ni siquiera para los dirigentes políticos, porque no se ha contemplado siquiera como un derecho consagrado en la carta magna. “Era parte de los derechos constitucionales. Debemos fortalecer la unidad de todos los trabajadores y recuperar una organización grande, para poder defender los derechos laborales”, enfatiza.
Por eso, a juicio de Tamara Muñoz, se debe disputar una batalla cultural. “Retomar valores y principios del mundo del trabajo, por ejemplo como la solidaridad, también tener medios de comunicación, fundamentales para contrarrestar la hegemonía mediática y las fake news que se han instalado en nuestro país, que tanto daño han ocasionado. Sumar la capacitación o formación de los trabajadores, ver el sindicalismo con las nuevas formas que hay de trabajo, con sus distintas modalidades, retomar cosas que se hicieron bien en el pasado y volver a tener esa convivencia que se perdió a todo nivel social”, recalca.
El neoliberalismo como forma de desarrollo personal y social profundiza el individualismo, según el consultor Jorge Coloma y víctima directa de la dictadura. “El trabajador pasa a ser medido según el concepto de mercado sólo como consumidor y se subordina a esa condición de mercado”, señala. Por eso destaca que “hay una diferencia categórica entre economía social de mercado y el neoliberalismo que tiende al individualismo, la sobreexplotación de las personas, a la competencia entre el sector laboral; y el otro tiende a domar el capitalismo en una forma mucho más sociable”.
Otro de los grandes desafíos es “reconstruir lo colectivo y recuperar el quehacer político como una práctica social que está presente en todo”, según advierte la académica Marcela Mandiola, al recordar el rol de las universidades. “Como institución en nuestro país, han tenido cero injerencia, porque los procesos educacionales están cada vez más empobrecidos y deben reconfigurarse”, asevera.
Para Mariana Bargsted, los retos están en “proteger un trabajo de calidad, facilitando la democratización de los espacios laborales, articulando lo colectivo con lo individual. El rol del Estado es fundamental para cambiar esa relación de poder, porque no pasará por la buena voluntad del empresariado generar inclusión, necesitamos regulaciones acordes con la actualidad”.
Por su parte, el doctor Antonio Stecher de la UDP, explica que “debe reconstituirse la actual mercantilización del trabajo y el tutelaje. También, es importante repensar la relación entre lo individual y lo colectivo, ya que las nuevas generaciones valoran la autorrealización. Un nuevo sindicalismo debe convocar a estas generaciones y encontrar formas de articular lo individual y lo colectivo sin confrontación”.
Los panelistas e invitados al conversatorio consideran fundamental restaurar la importancia del trabajo en nuestra sociedad y estimular la democratización y participación en el ámbito laboral. La capacitación de líderes sindicales desempeña un papel esencial en la representación de los trabajadores y en la promoción de una mayor cohesión social. Estos retos son de vital importancia para la transformación de la relación laboral y política en Chile, y por cierto, nivelar la cancha entre los gremios empresariales y los sindicatos.
Lectura foto portada:
De izquierda a derecha, arriba: Sergio Gamonal, Marcela Mandiola, Héctor Valdés, Bárbara Rojas, Jorge Coloma. Abajo: Tatiana Muñoz, Aldo Siri, Mariana Bargsted, Mauricio Acevedo, María José Cumplido y Antonio Stecher.