Nueva Empleabilidad: ¿Cómo construir el puente entre oferta y demanda?

La activista ha sido conocida por varias causas en favor de la ciudadanía. Hoy su nueva aventura está relacionada con la forma de hacer vejez.

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Por Ximena Abogabir, vicepresidenta de Travesía100.

En Travesia100 llevamos varios años hablando de una nueva generación que llega a la edad de jubilación en buenas condiciones físicas, pero… Ahí está el problema.

Para cuidar su bienestar integral no basta con ir al gimnasio y comer brócoli. Necesitamos cuidarnos de manera multidimensional o el resultado será lamentable: viviremos más años, pero en peores condiciones, lo cual es la principal preocupación de todos y todas (incluyendo a nuestras hijas que nos tendrán que cuidar, si somo afortunadas de tener al menos una). La “A” mayúscula lamentablemente no es un error. Es la realidad.

Además del ejercicio y la alimentación saludable, necesitamos cuidarnos en varias dimensiones: intelectual, social, emocional y financiera. Si los lectores son agudos como sospecho, sabrán que el trabajo (con o sin remuneración) es el mayor protector para un buen envejecimiento: nos obliga a salir de casa (resistiendo el sofá y la TV), aprender cosas nuevas, relacionarnos con distintas generaciones y, muy importante, complementar nuestra jubilación -la principal motivación, pero no la única- y sentirnos útiles y vigentes.

Por lo tanto, todos los estudios están demostrando una acelerada tendencia en Chile a prolongar la vida laboral “lo más que se pueda”, lo que lamentablemente no siempre depende de nosotros.

Por una parte, las personas mayores manifiestan preferir condiciones laborales con mayor flexibilidad en la jornada y esperan capacidad de adaptación de las empresas a sus características, fundamentalmente apoyo para acortar la brecha digital. Esta sensata expectativa y que demuestra que los mayores estamos al tanto de la transformación que experimenta el trabajo del siglo XXI, se estrella con los estereotipos existentes relacionados con la contratación de mayores: que nos cuesta aprender, que somos rígidos, que no nos sentimos cómodos con los jóvenes, que tenemos expectativas salariales desmedidas a nuestra productividad, que pedimos licencias médicas más frecuentes, y un largo etcétera.

Sabemos que para el año 2050, un tercio de la población seremos mayores y que el segmento que más rápidamente aumenta es el de 80+, llegando a un 28%. Ante ello, la pregunta es qué contribuye más a la sana convivencia intergeneracional: no hacemos nada y toda la disposición de los mayores de ser un aporte a la sociedad se convierte en frustración, aislamiento y depresión, lo cual es la combinación perfecta para esas enfermedades que la medicina ya sabe extender por décadas a costa de “gestión de síntomas” y altos costos económicos asociados. Me refiero a las cardiovasculares, diabetes y cáncer.

La otra posibilidad es idear juntos cómo podemos encauzar la energía disponible de modo que todas las generaciones resulten beneficiadas. La buena nueva es que todos somos o seremos mayores por lo que nadie debería restarse.

 

Las palabras tejidas en esta columna son el eco singular del autor, sin ataduras ni corsés editoriales. Aquí, la responsabilidad recae en quien escribe, no en las creencias de RH Management.

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