Jorge Betzhold analizó la experiencia del cliente, no solo como persona que compra, sino también, como aquella que trabaja en la empresa y que es clave que la organización le ofrezca un buen trato laboral para que, precisamente, atienda a los consumidores de la mejor forma posible.
“Si yo tengo una persona que trabaja, pero que recibe muy mal trato de su jefatura, es muy poco probable que pueda empatizar con un cliente y, por tanto, y es muy poco probable que le ofrezca una una experiencia espectacular para que vuelva a comprar y asegurar resultados”, planteó.
Agregó que la pandemia permitió “humanizar” de muchas empresas, según lo que observó mientras trabajó en Deloitte. Así, por ejemplo, el confinamiento obligó a pensar al trabajador como también padre o madre de familia, encargado de trabajo doméstico y cuidado de los hijos.
“La pandemia obligó que las empresas, de golpe, descubrieran que las personas vivían en ciertas condiciones y en ciertos lugares, en ciertos accesos en que antes era fácil jugar a ser ciego”, señaló el ejecutivo.
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