La encrucijada del gerente general

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Por Horacio Foladori, académico, consultor institucional, grupalista y psicoanalista. 

¿Cuáles son las fuerzas que inciden sobre el gerente general de una empresa? ¿Sobre qué expectativas se asienta su contratación? Es indudable que el CEO está ubicado en el centro de un conflicto caracterizado por fuerzas opuestas. Por una parte, es contratado para llevar adelante un proyecto institucional, un proyecto de crecimiento y ampliación de los bordes institucionales, según directivas que emanan del directorio que lo nombra. Estas directivas son explícitas y el proyecto conocido. Se han evaluado sus condiciones personales y se confía que va a poder llevar adelante dicha misión. 

Pero por otro lado, existe un contrato tácito ya que se espera de él que pueda conducir a la empresa en una aventura riesgosa, creativa, innovadora y sobre todo que tenga éxito económico, ya que esas son las leyes del mercado. Esto no se dice explícitamente, solamente se insinúa, se podría decir que está en el ambiente. El gerente general será evaluado no por el contrato manifiesto sino por el contrato tácito. Si su accionar se reduce a cumplir el objetivo explícito, podrá ser un buen administrador pero no trasciende, se queda en lo formal, en lo dicho. Si lo formal no es superado no hay innovación, no hay ganancias sustantivas, más allá de las previstas originalmente. 

Así, su encrucijada tiene que ver con animarse a transitar por la marginalidad, por la “ilegalidad”, por lo no previsto, y además tener éxito como condición de reconocimiento. En esta aventura no hay lugar para el fracaso, el que será circunscrito a un movimiento personalista alejado de la línea oficial y sancionado, no será respaldado. 

Esta situación puede ser muy tensionante para el gerente general ya que se encuentra solo.  

No se trata de que no cuente con un equipo que lo respalde y apoye, pero también -él lo sabe muy bien- habrá entre los colaboradores algunos que funcionan con estrategias desestabilizadoras, que aspiran a ocupar su lugar. Solo, porque difícilmente encontrará en el directorio integrantes que se la jueguen por él, en un movimiento que puede ser riesgoso. 

Muchas veces puede saber muy bien lo que quiere pero no encuentra colaboradores que puedan realizar exactamente su proyecto, y tampoco puede ocupar todos los roles. Sabe que las alabanzas son falsas por cuanto sólo interesa la productividad: importa lo que hizo, más que cómo lo hizo. 

Los efectos en su subjetividad son múltiples ya que han de esperarse trastornos en el área de la mente (obsesiones, angustias, neurosis), del cuerpo (trastornos somáticos diversos) o del mundo exterior (dificultades en las relaciones interpersonales, paranoia), que pueden conducir a los fármacos o a drogas más pesadas. Difícil sostener el equilibrio en un trabajo de 24 horas diarias. 

Tal como los surfistas, su problema es el de poder mantenerse en la cresta de la ola durante varios años. 

Publicada en RHM 70, agosto 2013.

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