GPTW 2017: ¿el vaso medio vacío o medio lleno?

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Por Patricio Rifo, director RH Management.


Felicitaciones a las empresas, a sus trabajadoras y trabajadores; y por cierto a sus líderes, a los gerentes RH que por años han instalado culturas organizacionales más humanas y sustentables. También a sus jefes, a los gerentes generales, que han ido contra la corriente, y apostaron a la rentabilidad y competitividad del negocio junto con las personas, y no a costa de ellas.

Sin embargo, después de más de una década de instalado el ranking GPTW en el living de las empresas, sus resultados son descafeinados para la gestión de personas. Las mejores prácticas RH que de ahí se desprenden no han sido asimiladas por el grueso de las compañías. Siguen siendo las mismas empresas las que mantienen sus posiciones. Es una vanguardia que representa menos del 5% por ciento de la fuerza laboral. Una que no ha removido los cimientos del management ni tampoco ha generado las condiciones objetivas para una revolución en la calidad de vida de millones de trabajadores y trabajadoras.

A lo mejor le pedimos mucho a un ranking donde su metodología está en cuestión. A estas alturas algunas organizaciones están mirando medir más el compromiso como eje vector, que las cinco variables que ausculta el GPTW: credibilidad, respeto, imparcialidad, orgullo y camaradería. Ya no es el oráculo de los primeros años. Juega en su contra que es pagado y ofrece servicios asociados para mejorar los indicadores, y así avanzar unos peldaños más el otro año.

No obstante, los ganadores, los 50 primeros lugares (unos más que otros), por lo menos sí son un aporte para mejorar las prácticas RH. Su experiencia, conocimiento y convicciones se notan, se respiran. Hay pasión por lo que se hace; existe un propósito. Pero más allá de apelar a que el 58% tenga horario reducido los días viernes, el 48% jornada flexible o el 42% ofrece teletrabajo, por mencionar lo que suele destacar la prensa tradicional, lo relevante es que se puede dar visibilidad a otros temas que hoy no están en disputa en la agenda electoral.

Por ejemplo, las empresas con las mejores posiciones del GPTW tienen madurez y sapiencia para relacionarse con los sindicatos. No los ven como el enemigo. Reconocen que hay un legítimo otro. Hay un respeto hacia la dirigencia sindical. Los apoyan, los suman. La mayoría son transnacionales donde en sus países de origen la negociación por ramas es tan natural como la huelga. Quizá por ahí se pueden sacar experiencias y aportes para que nuestros gremios empresariales miren el futuro, y no el pasado.

En estas compañías las compensaciones y beneficios son monetarias, y no económicas también. Las que implican dinero superan por lejos la media salarial en Chile. Incluso podemos conjeturar que la brecha salarial es más estrecha acá que en el país, y se acerca mucho a los niveles OCDE. El sueldo mínimo no es tema. Por lejos lo supera. Aquí no hay bajos salarios y en algunas las ganancias se reparten. En otras palabras, podemos sacar prácticas y método para que en Chile la mayoría de las empresas empiecen a pagar mejores remuneraciones y acercarse a los niveles de países desarrollados. Es decir que la torta se reparta mejor.

En estos lugares la meritocracia sí es norma. Hay esfuerzo por tener talentos provenientes de todos los estratos sociales, y no de un par de colegios y universidades. La diversidad se siente en la cultura de la tolerancia y el respeto. Por ejemplo, acá existen gerencias de diversidad e inclusión. Los liderazgos no son autoritarios ni paternalista. Sus líderes aprenden a hablar menos y a escuchar demasiado. Predican con el ejemplo y son más humildes. Los trabajos son con sentido y con un propósito. Sus prácticas demuestran que el compromiso es posible sin látigos y que invertir en calidad de vida puede ser parte del negocio también.

La sustentabilidad no es un slogan vacío. Son empresas más conscientes que cuidan su huella de carbono, reciclan y buscan enfrentar con acciones el cambio climático. Sus prácticas RH educan a sus colaboradores en la protección al medioambiente y los incentivan con bonos por cumplimiento de metas verdes. Estas experiencias nos permiten afirmar que las empresas y personas sí pueden colaborar decididamente en anular los efectos del calentamiento global.

Las empresas del GPTW pueden ser un buen laboratorio para probar con éxito que en Chile una economía sustentable, solidaria y que dé valor a las personas es mejor negocio que un modelo deshumanizado y donde el dinero lo es todo. De esta forma podemos mirar el vaso medio lleno.

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