La revolución tecnológica no sólo trae luces, también sombras. Hoy las personas y empresas sucumben a tsunami de información sin fuentes verificables ni confiables. Cualquier hecho hoy es multiplicado por las redes sociales sin tener certeza de la veracidad de su fuente. Mentiras, falsedades, exageraciones, manipulaciones, verdades a media salpican la red, y no son anónimas, son públicas y oficiales. Por ejemplo, el prestigiado New York Times tiene una sección permanente para denunciar las mentiras del Presidente Trump. Hoy surgen movimientos políticos que alimentan la falacia y ganan elecciones a costa de las democracias y sus instituciones.
En estos tiempos la verdad es la gran damnificada de la disrupción tecnológica. Sin embargo, al parecer, lo que antes hacíamos como algo normal, como una buena estrategia de marketing, en la actualidad puede ser, lisa y llanamente, una fake news. Y nadie está libre de ello.
Hace un tiempo recibimos una noticia de una prestigiada consultora internacional que de vez en cuando nos inunda con estudios y datos rimbombantes. El hecho hablaba que el 72% de los trabajadores chilenos está satisfecho en sus puestos de trabajo. Un estudio nuevo y a contra corriente de lo que veníamos investigando, y muy distinto a la información oficial existente, como los datos de la Suseso.
No nos cabe duda de la idoneidad, inteligencia y talento de los profesionales, hombres y mujeres que trabajan allí. Sin embargo, algo raro había en su comunicado entregado a todos los medios de comunicación de Chile. Nos dejó muchas dudas; incluso nos llegamos a preguntar si alguna vez RH Management ha incurrido en fake news. ¿Quiénes más caen en estas prácticas de marketing? ¿Es válido utilizar estos recursos para captar interés de las gerencias RH? ¿Son estudios que aportan o es publicidad encubierta? ¿Son encuestas manipuladas como las políticas? ¿Hay otros intereses detrás que no vemos? ¿Son fake news?
Como no somos juez y parte decidimos preguntarle a prestigiados académicos y expertos. Acá sus reflexiones y comentarios:
VOCES DE EXPERTOS
Andrés Varas, presidente de la Asociación de Investigadores de Mercado, AIM, y gerente general de Criteria Research, afirma: “lo primero que llama la atención son los niveles de satisfacción expresados en el estudio Randstad, no hacen sentido con ningún punto de evolución respecto de los niveles de satisfacción expresados en el estudio Criteria durante el 2018. Mientras Randstad argumenta sobre niveles de satisfacción superiores al 70%, en el estudio Criteria, el indicador en su máxima expresión 2018 alcanza sólo un 42%”.
Y enfatiza enérgico: “como la metodología Randstad no es explícita en el comunicado , no es posible realizar comparaciones específicas entre esta fuente y estudio Criteria. Sin embargo, suponemos equivalencia muestral (misma cobertura territorial y por estratos), las diferencias pueden estar justificadas en la forma de preguntar y, más aún, en el criterio para definir satisfacción, distinguiéndola de una valoración neutra y de la insatisfacción. Mientras Randstad parece sumar al grupo de los satisfechos a los parcialmente satisfechos; Criteria distingue tres espacios semánticos para esta autodefinición: Quienes se reconocen como satisfechos, como insatisfechos y un tercer segmento de indefinición o postura más neutral… ni satisfechos ni insatisfechos. Por tanto, es plausible que al sumar a satisfechos y parcialmente satisfechos, Randstad esté abultando la satisfacción total con personas que no tienen plena convicción de su satisfacción con su trabajo”. (ver gráfico 1).

Y sigue: “Al segmentar socioeconómicamente se pueden advertir diferencias por grupo, sin embargo, en ningunos de los casos la satisfacción se acerca al indicador Randstad. Esta evidencia fortalece aún más la lectura anterior: “es plausible que al sumar a satisfechos y parcialmente satisfechos, Randstad esté abultando la satisfacción total con personas que no tienen plena convicción de su satisfacción con su trabajo”. (ver gráfico 2).

Por su parte Patricio Polizzi , fundador y director general de la consultora Visión Humana, profesor Escuela de Negocios de la Universidad Adolfo Ibáñez, asegura que los resultados respecto que el 72% de los trabajadores chilenos declara estar muy satisfecho con su trabajo me parecen excesivamente altos y que se escapan de la realidad que reflejan otros indicadores. A través de los indicadores reportados por nuestro Estudio Zoom al Trabajo, que realizamos junto con la Escuela de Psicología de la UAI desde el año 2010, se observa que el porcentaje de trabajadores(as) chilenos(as) satisfechos(as) con el trabajo gira en un rango de 45-50% en los diferentes años evaluados. Es decir, sólo cerca de la mitad de los trabajadores(as) chilenos(as) declara estar satisfecho laboralmente. En un país donde el factor sueldo sigue siendo el aspecto más importante para los trabajadores(as) chilenos(as), y un 50% de éstos recibe un sueldo de $380.000.- o menos, según la Encuesta Suplementaria de Ingresos 2017 recientemente reportada por el INE, es difícil pensar en que 7 de cada 10 trabajadores está satisfecho con su actual trabajo”.

MIRADA DE LA ACADEMIA
Juan Pablo Toro , académico de la Facultad de Psicología UDP, y coordinador del Programa de Estudios Psicosociales del Trabajo (Pepet), asegura “alegrarse de que el indicador señale un avance. Si bien se pueden tener dudas razonables sobre la representatividad de la muestra, al menos en las personas encuestadas se percibe un aumento en el sentido positivo (mayor satisfacción con su trabajo) que es valioso. Independientemente de las consecuencias positivas que pudiera tener para la gestión de la empresa en términos de productividad (lo que, por cierto, es una tesis que habría que probar), la satisfacción de los trabajadores es un fin en sí mismo al cual las empresas y organizaciones deberían aspirar y los esfuerzos que se hagan en esa dirección deben saludarse”.
Y luego recalca: “es interesante y valioso que la informante haga la mención explícita a la relación entre desempleo y satisfacción laboral. Efectivamente, las mediciones de satisfacción en el trabajo están muy vinculadas a factores del contexto de empleo donde se realizan. Por lo general, se reconoce que las personas evalúan positivamente su experiencia laboral no tanto por los méritos del trabajo mismo, sino por la alternativa que éste representa frente a la indeseable experiencia del desempleo (“más vale un mal trabajo que no tener ninguno”). Así entonces, las variaciones de las cifras de empleo pueden estar incidiendo en estos resultados”.
El docente de la UDP asevera que la distinción está en la tipología de profesional que se da. Esa denominación determina que no son trabajadores y trabajadoras comunes y corrientes. “Se despiertan algunas dudas en relación al tipo de trabajadores que se está encuestando. Según el informe, se trata de “empleados de 18-65 años que trabajan un mínimo de 24 horas a la semana y que tienen un trabajo remunerado (no independientes). El tamaño de la muestra para esta edición, es de 405 profesionales que trabajan en Chile. Sería interesante conocer más detalles de quiénes son estos trabajadores, en qué rubros se desempeñan, cuál es su nivel ocupacional, qué cargos ocupan. Una clave parece ser la referencia del texto a “profesionales”, lo que permite pensar que se trata de trabajadores calificados, de quienes podemos presumir que cuentan con capital social y cultural relativamente elevados, entre los cuales, como señala la literatura, los fines instrumentales del trabajo ceden un espacio significativo a favor de fines más expresivos y de desarrollo personal. Así entonces, sería conveniente moderar la declaración “Satisfacción laboral en Chile llega a 72%…” y limitarla al tipo de trabajador encuestado (es muy probable que a ellos no se les llame “trabajador” y se les denomine ”colaborador”) “.
En esta línea, el profesor e investigador de la Facultad de Psicología duda también si el estudio está midiendo a la fuerza laboral que mayoritariamente tienen condiciones precarias de trabajo. “El problema entonces, es si la encuesta midió a esos trabajadores, es preguntarse qué ocurre en términos de satisfacción laboral con aquellos que quedarían fuera de este grupo, quienes constituyen la mayoría de los trabajadores en el país, aquel 69,7% que percibe remuneraciones bajo $ 500.000 (Fundación Sol). Se trata de personas de baja calificación y que desempeñan tareas probablemente simples y repetitivas en precarias condiciones de trabajo y de empleo. Sabemos lo difícil que es medir la satisfacción laboral en estos grupos mayoritarios. Los resultado de una tal medición estarían expuestos a algunos riesgos de validez que tenderían a mostrar una cara amable: no solamente operaría el principio ya mencionado (cualquier empleo es mejor que el desempleo), sino también el temor de los trabajadores a perder el empleo o quedar mal ante la organización si no se manifiestan satisfechos, con la sospecha que siempre la jefatura se va a enterar de qué se contestó”.
Finalmente enfatiza la distancia que tiene con otros indicadores y mediciones de salud mental. “Por último, un comentario respecto de la necesaria vinculación de este estudio con otros indicadores indirectos de satisfacción como pueden ser los indicadores de riesgos psicosociales y salud mental laboral. Los datos muestran un elevado número de licencias médicas en la población trabajadora del país, particularmente de aquellas de salud mental de origen laboral. Cabe hacerse la pregunta entonces de cómo conciliar los resultados del informe Randstad con las cifras que manejan las mutualidades. Sin duda, habrá que hilar más fino.
CUESTIONANDO LAS METODOLOGÍAS
Por su parte Vicente Sisto, Ph.D, secretario académico y director de doctorado en psicología, de la Escuela Psicología en la PUCV, da cuenta del eco del comunicado en varios medios de comunicación. “Con este estudio, la empresa alcanza relevante visibilidad conquistando titulares en diferentes medios de comunicación, como ha ocurrido en este caso. Sin embargo, hablar de satisfacción del trabajo no debiese ser un asunto meramente vinculado a visibilidad y marketing de una empresa consultora”, afirma.
Asimismo, el doctor plantea las incoherencias e inconsistencias de estudio que tuvo gran impacto en los medios económicos tradicionales sobre todo. Sostiene: “es curioso que el mismo estudio hace un año atrás señaló que Chile era el “sexto país en el mundo con menor satisfacción dentro del trabajo” (El Mercurio, 10 de septiembre de 2017). Milagrosamente hoy se logra “una de las cifras más altas obtenidas en este aspecto desde que se realiza el estudio en 2010”. ¿Cómo se explica este salto abrupto? De hecho, el salto no fue de un año a otro… El informe publicado por la misma consultora en febrero del 2018, es decir cuatro meses después, señalaba que Chile se ubicaba como uno de los países con mayor satisfacción laboral, alcanzando “un máximo histórico” (El Mercurio, 22 de febrero de 2018). Es decir, con elección presidencial mediante, Chile pasó en cuatro meses de ser uno de los países con menor satisfacción laboral, a uno de los con mayor satisfacción alcanzando máximos históricos”.
Otra mirada la da el decano de la Facultad de Psicología de la UAI, Jorge Sanhueza (ver columna de opinión en P12), quien plantea la necesidad estratégica que tienen los gerentes RH de manejar data basada en evidencia empírica. “La gestión basada en evidencia (evidence based management) constituye una respuesta significativa impulsada desde los ámbitos académicos y profesionales que buscan combatir con lógica científica la proliferación indiscriminada de pseudoteorías y modelos que permitirían alcanzar las certezas que los gerentes requieren para gestionar la empresa en tiempos de incertidumbre”.
Al respecto, Jorge Sanhueza señala que “pese a las ventajas que tiene esta disponibilidad de data, lo cierto es que crecientemente contamos con información parcial, equívoca o derechamente falsa. Este fenómeno, conocido en algún contexto como “fake news”, está impactando a la gestión de personas de modos sorprendente. Y uno puede entender por qué ocurre esto. La creciente necesidad de dar certezas sobre la gestión y la ingenua necesidad de predecir el futuro nos obligan a sustentar datos, como muestra de la sobrevaloración de la racionalidad imperante en el contexto organizacional”.
En este contexto, la fake news sí inundan y rodean los planos decisionales de todas las gerencias RH. Por lo tanto, hay que estar alertas y atentos a las metodologías y consistencias de la data que circula en las comunidad RH. Como lo señalan nuestros entrevistados, es necesario contrastarlas con otras y ser precavidos con las manipulaciones que esconden. Asimismo, esa información no necesariamente tienen validez sí lo dicen medios tradicionales como los que se hicieron eco de la información enviada por la consultora.