En el universo de la representación sindical, las mujeres están en desventaja. En promedio, ocupan menos puestos directivos. Están excluidas de los principales rubros económicos y productivos del país, con una participación global que tan solo alcanza el tercio. En RH Management, analizamos estos y otros resultados del recientemente publicado informe “¿Las mujeres al poder?” de la Dirección del Trabajo.
La Dirección del Trabajo publicó en la CUT una investigación, que analiza los efectos positivos que ha tenido la aplicación de la Ley N°20.940, que entró en vigencia el 2017 y fue concebida dentro de las normas inclusivas de la nueva Reforma Laboral.
Recordemos que, el objetivo del cuerpo legislativo, fue garantizar y elevar la tasa de participación femenina en las directivas sindicales. Y en los casos que no fuera posible, al menos en las comisiones negociadoras. Para ello estableció un sistema de cuotas que deben cumplir los sindicatos, de acuerdo a características establecidas en él
En el período analizado, que inicia el 2017 tras la entrada en vigencia de la norma, la proporción de participación de mujeres en los directorios de los sindicatos subió desde el 23,6% – 7.293 cargos de dirigentas – hasta el 34,9%, lo que corresponde a 11.569 cargos.
¿Existe una mejora? Si. Aunque es relevante preguntarnos: ¿es suficiente?
El análisis, llevado a cargo por el Departamento de Estudios de la DT, y presentado por las investigadoras Carolina Díaz y Paulina von Geldern, advierte que aún existe una brecha de género significativa. A diciembre de 2022, el 65,1% de los cargos sindicales son ejercidos por hombres. Esto es, más de dos tercios del universo de sindicatos en Chile.
Para el director del trabajo, Pablo Zenteno Muñoz, el estudio revela tendencias positivas y auspiciosas y otras que no lo son tanto, y que plantean un desafío a quienes pueden influir en reducir las brechas de género en el ámbito laboral. “En la actualidad, el que casi dos de cada tres cargos directivos en las organizaciones sindicales sea ocupado por hombres expresa la persistencia de una desigualdad de género en el acceso a los niveles de mayor influencia en los sindicatos, lo que atenta directamente contra la adecuada atención y solución de los problemas específicos que aquejan a las mujeres trabajadoras”, comentó.
Se mantienen los estereotipos
Actualmente, el 31,1% de las mujeres sindicalistas es presidenta; el 38,2%, secretaria; el 35,5%, tesorera y el 36,1% directora. Para las investigadoras: “no es trivial la constatación de que la posición con una menor participación relativa de mujeres sea, precisamente, la de mayor visibilidad y responsabilidad asociadas”, añadiendo que los roles más ocupados por mujeres se distinguen por estar vinculados a una connotación de apoyo y subordinación, en la medida que son puestos de baja y media jerarquía.
Según las investigadoras, solo en sectores típicamente feminizados y con una participación de mujeres relevante en las bases sindicales – como históricamente han sido salud y enseñanza – ellas han conseguido acceder masivamente a los directorios.
En ese sentido, la menor proporción dirigencial de mujeres la encontramos en los sindicatos de establecimiento (33,9%), empresa e interempresa, ambos con el 32,5%. En conjunto, estos sectores representan la mayor cantidad de organizaciones sindicales de bases en el país. Una vez más, las mujeres se encuentran en desventaja.
También se percibe una menor participación de este género en los sindicatos de regiones como O’Higgins (72,3%), Antofagasta (77,5%) y Atacama (78,1%). Las investigadoras aluden a barreras especialmente difíciles de superar considerando las particularidades productivas de esas zonas – esencialmente minería.
¿Cómo avanzamos?
Para afianzar más decididamente la dirigencia sindical femenina, las investigadoras proponen:
- Cambios legales: que vuelvan más restrictiva la posibilidad de eximir de la incorporación de mujeres en los directorios
- Impulsar el cumplimiento de la ley en ramas de actividad económica tradicionalmente masculinizadas.
- Focalizar las medidas de promoción y fortalecimiento de liderazgos femeninos.
- Generar instancias de diálogo sobre la relevancia de desfeminizar los cuidados y el trabajo doméstico