El doctor chileno Claudio Naranjo es un gran referente de la gestalt y la psicología transpersonal a nivel mundial. Es psiquiatra, budista, académico y sufí. El intelectual comienza la entrevista con una provocación: ¿Cómo ha llegado a deshumanizarse el hombre contemporáneo? A continuación, explica el concepto deshumanizar: “se trata de una exacerbación del predominio de la inteligencia práctica sobre todas las cosas, que nos hace funcionar como robots, sin consideraciones afectivas, y sin noción de que pueda existir una vida espiritual”. Más allá de la condición individual que eso tiene, el psiquiatra plantea que existe una “deshumanización colectiva”, que se expresa en la escasa consideración de los gobiernos por las necesidades humanas; en la insuficiente solidaridad y cooperación entre las personas; en el predominio de la violencia y en un sistema económico depredador que está destruyendo el medio ambiente.
“Tales realidades colectivas, implican no sólo poca sabiduría, sino que poca empatía y estos dos aspectos de la mente-la sabiduría y el sentir las necesidades ajenas como si fueran propias-, constituyen los rasgos más distintivos de la humanidad”. Naranjo atribuye responsabilidad al sistema educacional que surge en la era industrial, “que se orienta a servir a la producción y ha descuidado lamentablemente el desarrollo humano”.
Agrega: “tenemos el mundo que tenemos por el tipo de educación. Nos urge crear una nueva, menos ignorante que la práctica obsoleta de obligar a niños y jóvenes a transitar buena parte de la vida aprendiendo a pasar exámenes que sólo servirán como ticket de entrada al mundo del trabajo. Nos urge una educación que se ocupe del desarrollo humano, de crear buenas personas, capaces de albergar ideales y sobre todo, capaz de una sana libertad. Los griegos ya lo sabían, pero lo hemos olvidado: no se puede aspirar a una sociedad armónica y feliz sin individuos sanos y virtuosos”.
Consultado respecto a la naturaleza de la organización (empresa), como experiencia vital, Naranjo destaca, preliminarmente, la contribución que ha hecho para la prosperidad en términos macroeconómicos.
Sin embargo, sostiene que, “a medida que el mundo se enriquece, la gente, paradójicamente, se empobrece”. Además, la prosperidad de unos pocos a costa de destrucción ecológica e injusticia social, no se puede considerar como un logro de la civilización, puntualiza. “Desde ese punto de vista, no me parece que sólo los gobiernos, sino que también, las empresas deben evolucionar y humanizarse. La prioridad absoluta de las ganancias, que se establece en los estatutos de las empresas, influye no solo en las mentes de sus lideres y empleados, sino que ha irradiado hacia todo el mundo, mercantilizándolo, de manera que, el sentido de los valores es eclipsado por la consideración de los precios”.
Para Naranjo la relación al interior de las organizaciones ha cambiado y ya no vemos ese carácter despótico del capitalismo antiguo, sin embargo, cree que aún es “esencialmente autoritaria”. Por eso, celebra que las empresas se preocupen por un desarrollo más humano de sus trabajadores a través de talleres de autoconocimiento y desarrollo emocional. Pero para enfrentar el tema se requiere un cambio sustancial, que para Naranjo, nos remite a la observación de Einstein, que plantea que nuestros problemas sólo podrán ser resueltos, por una conciencia diferente de aquella en que se ha originado; “creo que debemos apostar por el desarrollo de una conciencia superior y para eso, no creo que basten los actuales talleres de Eneagrama, y otros que se hacen en las empresas”. Claudio es reconocido internacionalmente por la aplicación de su programa SAT (Seekers After Truth), que pretende la transformación de las personas y no meramente su orientación o sensibilización hacia ciertas áreas de la experiencia. El programa se aplica con éxito en organizaciones europeas y latinoamericanas y en él está plasmado todo el pensamiento del psiquiatra.
Otra idea interesante de su autoría, es la tesis de la “antropología trinitaria” del ser humano (“Sanar la civilización”). Muchos de los conflictos del hombre, tienen que ver “con la integración entre los tres amores implicados en el precepto cristiano de “ama al prójimo como a ti mismo y a Dios por sobre todas las cosas”. En otros términos, la integración del interés propio, al que Adam Smith llamaba self love- amor así mismo”-, con la simpatía y el amor a ideales tales como el bien, la verdad y la justicia.
“En síntesis, creo que debemos apostar por la evolución de la conciencia y por una fe, en que la transformación de las personas permitirá la necesaria transformación de las instituciones”.