El precio de la paz social

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Al hablar del Día Después de la crisis social, sanitaria y económica, nos debemos situar en el contexto organizacional y de negocio que nos encontramos. Sin duda, hay empresas, y áreas RH, donde sus prácticas son de clase mundial, otras se acercan y algunas hacen su mejor esfuerzo de acuerdo con la realidad chilena. Pero también hay otras que se alejan de ese ideal, abusan, son responsables del malestar, la insatisfacción laboral y de la frustración de millones de trabajadores y trabajadoras 

Existen muy buenos ejemplos de compañías que lideran con éxito una mirada sustentable y de equilibrio entre el aporte de la fuerza laboral y el capital. En ellas las personas sí son lo primero, y son claves para el negocio. Desde ahí se construye un edificio consistente y coherente. 

Sin embargo, en Chile los indicadores en general y en promedio no son buenos. Por ejemplo, el índice gini, la desigualdad salarial, el salario mínimo, la salud mental y la satisfacción laboral, no nos ayudan a crear un ecosistema de paz social que garantice desarrollo en armonía entre todos los actores del mundo laboral, incluso afecta a quienes están en la vanguardia de sus prácticas. 

En RH Management hemos conversado con diversos expertos internacionales y nacionales, relacionados con lo organizacional, que nos dan algunas luces respecto a la relevancia de tener una sociedad más justa, sustentable, más igualitaria, con derechos sociales garantizados y donde lo colectivo es crucial para lo construcción de un mejor bienestar. Para ellos, y en una línea, las personas deben estar al centro de los negocios. 

Capitalismo consciente

Raj Sisodia recorre el mundo para salvar el capitalismo de sus peores demonios: la codicia, la avaricia, la desigualdad, la injusticia y de los psicópatas (o sociópatas como él los define). Es un humanista 1000% y un creyente del libre mercado sustentable y consciente.

Cree firmemente que es posible alcanzar una mejor versión del capitalismo y dejar en el pasado, jubilar, la fase ochentera y neoliberal. Dicta charlas en empresas, conversa con ejecutivos, enseña metodologías, escribe libros; y ya tiene un nutrido grupo de seguidores, incluso en esta larga y angosta faja de tierra, en los confines del mundo.

“Chile es un reflejo del antiguo modelo de capitalismo, el modelo de Milton Friedman. Que el negocio del negocio es el negocio, que el negocio sólo se trata de hacer dinero. Pienso que hay una evolución en los Estados Unidos a esta conciencia superior. Chile en muchas maneras aún está atascado en la antigua conciencia. Mucha gente aquí que son economistas fueron entrenados en los Estados Unidos por gente como Milton Friedman, muchos de los ministros financieros vienen de esa tradición. Eso se reduce en una estrecha forma de ver la economía que sólo se traduce en utilidades y ganancias aseguradas, y pienso que la respuesta para mí es que necesitamos al negocio para adoptar estos principios más profundos y ricos. Convertirnos en negocios conscientes”.

¿Qué rol juegan los trabajadores y trabajadoras dentro del capitalismo consciente?

– Los trabajadores como los empleadores son extremadamente críticos. Si hablamos de las partes interesadas de un negocio. Yo diría que para la mayoría de las compañías conscientes los trabajadores son la parte interesada prioritaria. Alguien diría que los clientes son la prioridad pero en realidad son como dos alas de un ave, necesitas de ambas para volar. Pero los trabajadores son muy importantes porque son los que crean valor en las compañías. ¡Es realmente la gente que trabaja ahí! Y en un negocio tradicional la forma en la que operamos resulta en bajos niveles de compromiso, creatividad, innovación, motivación y pasión. Mundialmente, sólo el 15% de personas, están comprometidas con su trabajo lo que significa que un 85% de personas u odia su trabajo o no les importa, y cuando las personas odian su trabajo o no les importa, no pueden hacer un buen trabajo. Y en consecuencia esas compañías no pueden tener clientes felices, no pueden tener buenos productos, no tendrán buenos servicios, nada de eso ocurrirá. Así que todo comienza por los trabajadores. Y ellos no sólo deben ser respetados y tratados con dignidad sino que tienes que asegurarte de que sus necesidades estén satisfechas, que tienen un paga decente, buenos beneficios como atención de salud, etc. Asegurarse de que no sufran por todo el estrés en la vida de una persona. Debemos hacer todo lo posible para que las personas tengan una vida pacífica, feliz y disfrutable. Eso no sólo impactará en su trabajo, sino también en sus hijos, familia y futuro.

Por lo tanto, todo comienza en el trabajo. La manera que lideramos impacta en la manera que la gente vive y la manera que la gente vive impacta en sus hijos y en sus comunidades, por lo tanto los negocios tienen una gran responsabilidad de crear las condiciones en las que las personas sean felices, plenas y prosperen. Porque no están impactando sólo a las ganancias, están impactando a la sociedad y el futuro.

Entrevista completa acá.

Salud mental y salarios 

Jeffrey Pfeffer, profesor de la Escuela de Postgrado de Negocios de la Universidad de Stanford es autor o coautor de 15 libros en el campo de la teoría organizacional y la gestión de personas. En su último libro, «Muriendo por un salario» (Dying for a paycheck), nos interpela y remueve al afirmar que el sistema de trabajo actual enferma e incluso termina con la vida de las personas.

Las investigaciones de Pfeffer nos traen la evidencia empírica que tanto reclaman los empresarios a la hora de justificar la mejorar salarial y las condiciones laborales.

RH Management le insistió mucho por los datos que hay en relación a su afirmación de por qué el trabajo mata a las personas. Enfático nos da un cúmulo de fuentes de información: «la evidencia descansa, en gran detalle, en Dying for a paycheck (Muriendo por un salario); en “The Relationship between workplace stressors and mortality and health costs in the United States (La relación entre estresores en el lugar de trabajo y mortalidad, y costos de salud para los Estados Unidos); Management science (Ciencia de la administración); en Workplace stressors and health outcomes: health policy for the workplace (Estresores en el lugar de trabajo y sus resultados en salud: política de salud en el lugar de trabajo) Behavioral science and policy (Ciencia del comportamiento y políticas); y por último, haciendo una búsqueda a través de scholar.google.com bajo términos tales como lugar de trabajo, salud y estrés en trabajo, encontrarás cerca de 700 o más artículos documentando estos hechos y efectos».

Y nos recalca aún más, «los empleos vienen acompañados de mucho estrés y de prácticas muy poco saludables». Al hablar de los costos que tendría el estrés para las empresas, el académico de Stanford nos lanza una contundente respuesta. «La evidencia sugiere que viene acompañado de tremendos costos. Trabajadores poco saludables y personas bajo estrés son más proclives a rotar. Se ha descubierto que el estrés en el lugar de trabajo es responsable de cerca del 60% de días de ausentismo laboral. El presentismo laboral, que significa estar en el trabajo pero no poder concentrarse, es un costo tremendo. Los datos advierten que los costos indirectos de trabajadores poco sanos es 5 veces mayor que los costos directos que representan sus enfermedades».

Pfeffer en su libro plantea que los costos por estrés en Estados Unidos ascienden a los 300.000 millones de dólares al año. ¿Cuánto sería el costo para Chile?  Asimismo, el experto asegura que la salud en el lugar de trabajo es un problema que las compañías pueden enfrentar de la misma manera como enfrentan cualquier otro problema: «a través de mediciones correctas e incentivos».

En esta línea, sostiene que «los gobiernos deben, tal como lo hicieron respecto a la seguridad en el espacio de trabajo, prohibir que las compañías hagan el daño y luego externalicen los costos». Afirma que en muchos países se han reducido exitosamente los accidentes y fatalidades en el lugar de trabajo. Por ello, afirma que «deberían, por lo tanto, usar la misma lógica para reducir el costo psicológico de los lugares de trabajo contemporáneos».

También le preguntamos si la desigualdad salarial es factor de estrés. «La desigualdad es el resultado de cómo organizamos el trabajo y cómo se otorga el poder a los diversos actores sociales. Varía bastante en el tiempo y entre los países. No es un resultado inevitable producto de la operativa de las economías modernas. Los bajos salarios afectan la salud física y psicológica de las personas al reducir su bienestar financiero y dejándolos estresados ​​por tener que pagar sus cuentas. Es interesante ver que muchos estudios muestran que existe una pequeña conexión entre los salarios y las utilidades. Southwest Airlines paga mejor y es la aerolínea con las mayores utilidades. La pregunta no es cuánto le pagas a las personas sino qué son capaces de hacer y qué harían (por un mejor salario)».

Entrevista acá completa.

Recuperar la ética y liderazgos anacrónicos

Hace más de un año tuvimos la oportunidad de conversar con el doctor en filosofía y sociólogo Rafael Echeverría en su departamento de Huechuraba, a las faldas del lado norte del cerro San Cristóbal. Su reflexión se anticipó a las causas de la revuelta del 18 de octubre y esbozó las consecuencias económicas, sociales y éticas que está dejando la pandemia.

La conversación, también, dio luces que explican y fundamentan lo que ahora vemos con claridad. Por un lado, la deriva actual nos devela la fragilidad humana y cómo la humanidad “optó” por un paradigma que dejó afuera lo relevante de la vida y se ocupó de lo superficial y hedonista. Echeverría lo ejemplifica con el estrés y la depresión que provoca el trabajo a todo nivel. Por el otro, vemos a un modelo económico, el neoliberal, depredador del medioambiente y el alma, que genera empleos precarios y que se sostiene con el consumo permanente. Nuestro entrevistado lo resume en una perdida de sentido generada por un sistema de metas desenfrenado, sin pausa, y de codicia, en donde el dinero ocupa la centralidad de lo cotidiano.

Asimismo, Rafael advirtió que el sentido de la vida se nos escapa de las manos y genera seres humanos con múltiples enfermedades mentales. Subrayó que el medioambiente y la desigualdad social son las grandes desafíos que la humanidad debe enfrentar para los próximos 100 años.

Por eso, el estallido social y el coronavirus nos desnudan con nitidez esas desigualdades fraguadas en décadas de bonanza, que sólo le llegó a algunos. En esa línea, muchos, de la noche a la mañana (se acuerdan del “esto no prendió cabros)”, se dieron cuenta que el 75% de nuestra fuerza laboral tenía sueldos precarios y que su trabajo era esencial para comer y satisfacer lo mínimo. La imagen que sintetiza esta realidad fueron las largas filas de miles de trabajadores esperando transporte público (exponiéndose al virus), mientras unos pocos esperaban en cuarentena, por cierto una colmada de privilegios, observándolos por TV.

En el camino, también, descubrimos la informalidad (40%) y los independientes (los autónomos), quienes sin trabajo quedan a la deriva y como consecuencia directa, sin protección social de ningún tipo. Todos, además, abandonados a su suerte por un sistema de salud público saturado, asfixiado y precario.

Al respecto, Echeverría planteó de manera señera que hoy todos son los explotados, no sólo son los trabajadores precarios o los independientes, sino que también encumbrados ejecutivos y gerentes de compañías, quienes tienen ”sus vidas emocionales completamente hipotecadas, dañadas, con un nivel de angustia y ansiedad muy alto”. De ahí que anunció la urgencia de repensar lo que estamos haciendo y de enterrar un paradigma que nos está matando. Recalcó que es clave entender que es el sistema social global es el que está enfermo. Entonces, la pregunta a responder, aseveró, es cómo definimos nuestra forma de ser en este escenario.

En ese contexto, hablar de teletrabajo es un mal chiste. La evidencia nos confirma que su impacto se reduce a unos pocos y sin duda la automatización laboral beneficiará al capital y no a la mayoría de los trabajadores y trabajadoras. En definitiva, la transformación digital sólo creará más pobreza y precarización en Chile, si es que no miramos más allá del negocio, como lo recalca uno de los fundadores del coaching ontológico.

En este sentido, Echeverría nos advirtió del anacronismo de las empresas al mantener paradigmas basados en el control, el autoriartismo, la verticalidad y sólo en la conveniencia de centrarse en la utilidad.

Finalmente, el doctor en filosofía rescata un concepto, una idea, escondida en el baúl de los recuerdos por algunos empresarios, la ÉTICA con mayúscula. Planteó un rescate y recuperación urgente de la “ética” dentro de las empresas. Quizá de esa manera no tengamos que escuchar nunca más a “emprendedores” como Carlos Soublette, presidente de la Cámara de Comercio de Santiago, quien dijo a propósito de la pandemia: “No podemos matar toda la actividad económica por salvar las vidas”.

Leer acá sus reflexiones.

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