Por Arnaldo Canales B. Presidente Fundación Liderazgo Chile.
En el escenario actual de las empresas en Chile, la complejidad, el cambio acelerado de las tecnologías y la inestabilidad del medio ambiente sumado a los últimos resultados del comercio que acumulan un decrecimiento del -3% en la ventas del retail, se hace necesario y urgente detenerse y analizar una constante en las variables del éxito que sin duda son variadas y que tiene muchos factores. En este sentido, los líderes chilenos auténticos siguen siendo escasos y los liderazgos de la vieja escuela tienen que ajustar sus conductas al contexto en que se mueve hoy la sociedad y las nuevas generaciones.
Lo que hoy ya se sabe es que necesitamos urgente seguir cambiando las estructuras de las empresas, hoy sabemos que muchos más planas, menos jerarquizada, además se trabajar de forma real en equipo, en redarquia, y donde las relaciones interpersonales se trabajen de forma constante».
Pero para que una organización le vaya bien debe haber un liderazgo emocional vinculante. «Hoy se demanda y necesita más que nunca una nueva generación de líderes que sepa actuar frente a las consecuencias de la transformación social que hoy cada día demanda más la sociedad.
El éxito de un liderazgo emocional, en el mediano y largo plazo, no se debe solo a la buena onda del jefe o de su personalidad histriónica, ni a la amplitud e intensidad de sus habilidades socio emocionales. Si no que además a su capacidad para percibir y adaptarse a la realidad situacional del equipo y a las condiciones cambiantes del mundo de las emociones de su gente, es poco lo que sus capacidades pueden mantener en el tiempo, que yo lo llamo también al saber diferenciar “entre termómetro y termostato”, el primero mide la temperatura sin dar mayor valor al clima y la segunda se adapta y se ajusta para tener un clima ajustado a la realidad del equipo.
Educación emocional organizacional
Hace 2 años cuando inicie mi apostolado personal de fundar la fundación Liderazgo Chile, con el objetivo inicial de cambiar los liderazgo en el país y que al poco andar descubrí que la educación emocional seria la clave para cambiar estos liderazgos, pero no sería fácil, debíamos partir desde los más pequeños. Y así fue que al analizar la educación en Chile y en América Latina donde habilidades socio emocionales no se trabajan por que los docentes no saben cómo aplicarlo, fue que impulsamos el proyecto de ley de educación emocional en el país que hoy lidera nuestra Fundación.
Hoy ya sabemos que para que un gran líder se diferencie y se destaque no solo por sus resultados debe sí o sí distinguirse por su «Educación emocional». «Y ésta no es más que un conjunto de competencias que hacen que una persona tenga control y conocimiento de sí misma, a la vez que una capacidad de relacionarse con otros, vinculando la empatía, la cercanía, credibilidad y ejemplo con su equipo.
Debemos pensar en varias características:
-Líder humano, ser uno más, horizontal en el trato y duro con los números.
-No debe ser especialista en todo pero sí un buen guía.
-Capacidad de relacionarse con otros.
-Movilizador, generar sentido y propósito en el objetivo de la organización.
-Cercano, generar confianza y vínculo con su equipo.
Trabajo emocional de equipo:
El nuevo líder debe movilizar las palancas con algo muy simple y de bajo costo como es el reconocimiento a sus colaboradores por un trabajo bien hecho pero en tiempo y forma y conseguir así el compromiso y participación de cada uno de ellos, que son la base de un vínculo sólido entre empresa y los miembros de éste.
«Una de las recetas y fórmulas más empleadas de un buen liderazgo, es generar un ambiente de confianza, en el cual las personas se sientan trabajando a gusto, sin temores, con libertad para expresarse, donde se favorezca la experimentación y se premie la innovación y en el cual los errores se consideren parte del aprendizaje». Eso google ya lo identifico y le llama Seguridad Psicológica.
La trampa del sistema:
La educación emocional en las organizaciones y la inversión que hay detrás, viene a cubrir una deuda de la misma educación en Chile y que hoy no hemos podido verla como un proceso sistemático, continuo y permanente que debería ser política de estado, independiente del gobierno de turno. Ya que el costo es muy alto.
Finalmente y como reflexión, solo recordar que más del 60% de las inversiones en las empresas cada año se hacen en habilidades socio emocionales, capacitaciones que luego de ver las brecha y las carencia de competencias emocionales en las personas, terminan siendo inversiones que de forma recurrente se hacen año a año en las empresas, y que sin duda deberíamos aprender de niños pero nadie nos enseña, y es ahí cuando las empresas terminan tratando asumiendo esas debilidades tratando de educarlas cuando nuestro constructo mental ya es más duro y es muy difícil poder desaprender.
Es por esto que sumar estas competencias emocionales en las empresas es vital no solo para el bien de las empresas y sus resultados, si no para potenciar las relaciones entre líderes, colaboradores y de esta convergencia entre ambas. A eso le llamo clima emocional organizacional, tal como ll profesor Juan Casassus lo define para el aula.