Por Ignacio Fernández, conferencista, autor y consultor en liderazgo redárquico y equipos efectivos. Socio LEAD Institute.
Una investigación realizada en Chile por Macarena Arriagada, Lía Contador, Dennis Isaac, Francisca Nicolás y Emilio Uribe demostró que existe una correlación de 0,84 entre el capital psicológico positivo y el desempeño de los trabajadores.
Las aplicaciones organizacionales de la psicología positiva han generado un cuerpo de conocimientos en que aparecen los conceptos de comportamiento organizacional positivo (definido por Luthans) y el conocimiento organizacional positivo. El concepto “capital psicológico positivo” alude a un estado de desarrollo psicológico positivo del ser humano, caracterizado por cuatro variables: autoeficacia, optimismo, esperanza y resiliencia.
La autoeficacia, en contextos organizacionales, es la convicción y confianza del colaborador, sobre sus habilidades para impulsar la motivación, recursos cognitivos y/o cursos de acción necesarios para ejecutar exitosamente una prueba específica en un contexto dado.
El optimismo alude a un estilo de pensamiento explicativo, que atribuye los eventos positivos a causas internas, permanentes y penetrantes, y los eventos negativos a motivos de origen externo.
La esperanza es la capacidad percibida para llevar a cabo acciones que encaminen a una meta deseada, a través de la propia motivación y el pensamiento efectivo. Ayuda a personas a enfrentar obstáculos en el trabajo.
La resiliencia es tener la capacidad de recuperarse frente a la adversidad, el fracaso, o incluso cambios positivos que pueden parecer abrumadores.
Los estudios demuestran que la inversión en el capital psicológico positivo de las personas tiene directa relación con los resultados y algunas de sus palancas causales: aumenta el nivel de productividad, impulsa a asumir mayores responsabilidades, aumenta la efectividad decisional al reducir el impacto de los estresores y problemas organizacionales, fortalece las competencias de liderazgo al mejorar las capacidades emocionales de las jefaturas, y aumenta la percepción del trabajo como fuente de bienestar.
La correlación de 0,84 entre el capital psicológico positivo y el desempeño es una evidencia local significativa para desarrollar programas de potenciamiento de las fortalezas de las personas en el trabajo y programas de liderazgo que pongan el acompañamiento y la cercanía con los colaboradores en el centro de la estrategia de gestión de personas.
Esta columna fue publicada en RHM 69, julio 2013