Por Felipe Landaeta Farizo, profesor UAI Mg. Psicología de las Organizaciones, UAI, Chile. PhD © “Integral & Transpersonal Psychology”, CIIS, USA.
El agradecer diariamente nos hace sentir bien, y sobretodo nos ayuda a valorar aquello que damos por obvio. Cuando pienso en lo bueno que hay en mi vida puedo reconocer que aquellas cosas, situaciones, relaciones o eventos tienen un lugar importante en la propia vida, y desde esa valoración puedo empezar a comportarme acorde a la relevancia que tienen para mi.
De esta misma manera una organización puede agradecer a sus clientes, no sólo de forma interna sino que de forma explícita. Y esto no es algo que pueda tener un fin comercial en si mismo, sino en reconocer un hecho fundamental: sin clientes la organización no puede existir. Toda organización juega un rol en la sociedad (a excepción de las organizaciones fantasmas que tienen otros fines), y por lo tanto está íntimamente vinculada a ciertas necesidades. Desde esta mirada pareciera que el intercambio es que la organización hace algo (producto y servicio) y el cliente o usuario lo consume o utiliza.
El otro lado de la moneda es que gracias a esas personas y sus necesidades la organización tiene sentido y razón de ser, por lo que agradecer su existencia es central. Esto es especialmente cierto en aquellos apasionados por su trabajo, esos individuos y equipos que aman lo que hacen, pueden ser emprendedores del sector privado o tal vez social, quizás personas involucradas en proyectos específicos dentro de una gran organización, o tal vez un núcleo de trabajo colaborativo en torno a una temática específica. Sea como sea, al final de la cadena hay otros seres que se benefician de lo realizado, y eso al ser agradecido conecta directamente al corazón de la organización/proyecto/emprendimiento con el cliente/usuario final, pudiendo visualizar el objetivo final, la retribución emocional que esto conlleva y entender que el trabajo tiene relación directa con generar satisfacción.
Agradecer no es sólo un acto simbólico, sino que nos puede conectar con un profundo compromiso con la tarea y la retribución necesaria para acceder a la maravillosa experiencia que describe Mihály Csíkszentmihályi como fluir en el trabajo. Es gracias a este tipo de procesos vividos que las personas se comprometen más y experimentan un aumento de bienestar en su experiencia laboral. Agradecer y visualizar a dichos clientes/usuarios y nuestra labor en su satisfacción puede nutrir de sentido las largas y aburridas jornadas laborales que solemos escuchar quienes acompañamos personas, además de desafiar a crear experiencias laborales más significativas.